Las redes sociales en tiempos del coronavirus
Le tocó a nuestra generación vivir una de las crisis salubristas más grande que haya tenido nuestro planeta. La pandemia del coronavirus (COVID-19) no solo ha trastocado nuestro sistema de salud y económico, sino el ritmo mismo de nuestra vida diaria.
En ese sentido, las redes sociales han sido vitales para mantener la comunicación con nuestras familias y amistades. Facebook, Skype, WhatsApp y otros medios han sido bálsamos para liberar ansiedades, distraernos y mantenernos informados sobre el desarrollo de la pandemia y las decisiones que los gobiernos han tomado al respecto. Hasta nuestras personas de edad avanzada, que tal vez no manejaban las redes ni Internet, han comenzado a utilizarlas y han aprendido sobre la marcha a buscar información y comunicarse con sus familias.
Sin embargo, con la pandemia también han proliferado los rumores y las falsas alarmas diseminadas por personas inescrupulosas, ya sea motivadas por intereses personales o por falta de conciencia o sentido común. Circulan mensajes que comienzan con “mi vecino que es militar”, “mi prima que trabaja en FEMA”, o “el cuñado de mi vecino que trabaja en Fortaleza”, pero no se identifica con nombre y puesto oficial a la persona. Tampoco contiene una comunicación oficial que pueda ser corroborada por otras fuentes o medios oficiales. Entonces, el falso mensaje se disemina por Facebook, WhatsApp o email con mayor rapidez de la que se propaga el COVID-19 y se convierte, en sí mismo, en un virus que propaga la ignorancia, la falta de solidaridad, el individualismo y la desconfianza.
Y sobre esto de la desconfianza, el Estado ha tenido mucho que ver, pues dada la experiencia con María, la ciudadanía le cree más a un “meme” sin evidencia que a las comunicaciones oficiales. Pero esto no es solo en Puerto Rico, sino que se extiende a todo el globo.
Recientemente, se diseminó que el gobierno iba a ordenar el cierre total de supermercados en la isla. Al próximo día, las tiendas se abarrotaron, creándose —innecesariamente— focos de contaminación del COVID-19. No sabemos con certeza matemática si el mensaje falso fue el principal provocador de esa avalancha, pero lo cierto es que hubo una correlación entre el día en que el mensaje salió y las filas en los comercios al día siguiente. Muchas de esas personas eran de edad avanzada, que son las más vulnerables a las complicaciones fatales del virus.
Tenemos que evitar la tentación o el morbo de ser los primeros en comunicar algo que parece exclusivo o “top secret”, cual película de espionaje. Antes de compartir algo, debemos verificar la información mediante fuentes oficiales, páginas del gobierno, revistas reconocidas o en la prensa de cada país. Si no podemos confirmarlo, entonces hay que evitar difundir información de la que no se tiene certeza. Existen páginas de Internet, como www.snopes.com, que se especializan en aclarar rumores o citas atribuidas a personajes famosos. Por su parte, en Puerto Rico El Nuevo Día activó su mecanismo de “fact-checking” y alertó sobre la falsedad del mensaje del cierre de supermercados.
Sabemos que estamos ávidos de mantenernos informados y de compartir información importante. No obstante, tenemos que utilizar nuestro discernimiento responsablemente y verificar toda información que nos llegue antes de compartirla. En estas circunstancias, se deben verificar hasta los mensajes que tengan un sello oficial, pues no sería la primera vez que circulan mensajes falsos con el logo de una agencia.
En cuanto a quienes generan mensajes falsos o rumores durante un estado de emergencia, les recordamos que el Artículo 6.14 (a) de la Ley 20-2017 tipifica esa acción como delito. No hay cabida para el individualismo. La solidaridad y el sentido común son, ahora mismo, nuestra mejor vacuna. #EsteVirusLoParamosUnidos